Historia


Arte Rupestre

En Uruguay

    A CIENTO CUARENTA AÑOS DEL DESCUBRIMIENTO DE ARTE RUPESTRE EN EL URUGUAY

    Mario Consens 1

    I. INTRODUCCION

    Cuando se cumplen en el 2014 los ciento cuarenta años de un hecho con el que se inicia el estudio de un nuevo horizonte científico en Uruguay, resulta imprescindible hacer una pausa para reconsiderar actuaciones; para justipreciar esfuerzos personales económicos y científicos; para evaluar lo realizado en la medida de las justas posibilidades de una época; para saber también que estamos haciendo con un legado que arrastra ya más de un siglo de existencia; para indicar que poco después de la creación de la actual Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, el 14.040 del 20 de octubre de 1971, ella generó o facilitó la pérdida que hasta hoy alcanza el más del 30% de los sitios de arte rupestre; violando la ley nacional para brindar reiteradas autorizaciones de pesquisa para unos pocos de sus miembros; y por la ausencia de básicos y legales procesos para la continuidad de las investigaciones en arte rupestre. Esto último determina que los estudios que expondremos se extienden solo hasta 2006, porque después de múltiples escritos y reuniones (de los cuales solo hubo sola respuesta, dado que al concurrir, se nos informó que todos los otros están “perdidos” o “sin hallarlos en las carpetas”), concluimos en no establecer mas contactos con dicha Comisión, y retirarnos de la investigación de larga data.

    La síntesis de esta exposición junto al descubrimiento de las manifestaciones artísticas rupestres en el Uruguay, impone una descripción histórica del proceso de conocimiento del arte rupestre, una puesta al día de lo publicado científicamente y la espera esperanzada que en el futuro, haya una valida conjunción de los Intendentes de los Departamentos y el Gobierno Nacional para crear y validar una sostenible proyección ulterior de dichos magníficos signos de nuestra prehistoria. Nosotros sostenemos en nuestro reflexión (aunque no lo pudimos mantener en nuestra formación profesional) sobre quienes asumen cargos de patrimonio prehistórico sin solicitar y exigir asesoramientos calificados, porque se nos impuso una frase de un investigador argentino, la que sacudió intensamente nuestro quehacer arqueológico. Fue la de uno de mis maestros -el Dr. Carlos Gradin- que iniciaba la exposición de un trabajo de arte rupestre, refiriendo: “En un lugar de la Patagonia, cuyo nombre no quiero pronunciar por temor a los salvajes modernos…” (1966).

    Esa es una básica percepción de nuestra unificación como orientales, que obliga de alguna manera a entregar a los “salvajes modernos” los vestigios de nuestro pasado. Y también porque plantea contrariedades de metodología, de ética (lamentablemente hasta el presente no jerarquizada por los arqueólogos) y fundamentalmente hacía quienes debemos dejar incólume su legado.

    II. DESARROLLO HISTORICO

    Fue un ingeniero español quien en diciembre de 1874 concreta en campos del hoy Dpto. de San José, el descubrimiento de unos “dibujos hechos por los antiguos indios”según escribiera al pie del relevo efectuado (Goding, 1912). El Ing. Clemente Barrial Posadas es el hombre que inicia nuestro proceso dejando su visión de la primera pictografía uruguaya en algunas copias, (4) dos de las cuales se conservan al presente (De Freitas y Figueira, 1953).

    Ello determina que el reconocimiento de arte rupestre en Uruguay específicamente reconocido como de los indígenas, ocurrió cinco años antes que el primer descubrimiento profundamente discutido respecto a sus orígenes, en sus inicios en Europa. Somos los primeros en reconocer la existencia de artes rupestres indígenas.

    Un año más tarde, luego de una visita de Florentino Ameghino al país este se expresa a cerca de la “piedra un inscripciones encontrada en el río Negro en la Banda Oriental” (Ídem, 1877),pero entendemos que la misma no es una manifestación rupestre, cuanto que un objeto grabado.

    En enero de 1878, el Agr. Casimiro Pfaffly, al mensurar campos en el Dpto. de Maldonado releva otra pictografía, ubicada al pie del Cerro Pan de Azúcar (Figueira, 1954).

    Poco más tarde, un infatigable investigador el Prof. José Henriques Figueira, señala en un mapa etnográfico la ubicación geográfica de tres pictografías, las cuales corresponderían a. las del Cerro Pan de Azúcar anteriormente mencionada, la del arroyo de la Virgen -señalada por Barrial Posadas- y una tercera, que sería la del arroyo Porongos o Chamangá (Ídem, 1892).

    Surge una nueva publicación realizada por el farmacéutico Ricardo Figuerido (ahora con aportes fotográficos de dos pictografías del Dpto. de Flores, una de ellas retocada en el negativo en forma distinta al original (Ídem, 1904). Estas placas las obtuvo en sus recorridas por la comarca que quiso entrañablemente y que dejara registrada en más de 350 tomas, que aún se conserva como testimonio de una época.

    En 1919 ocurre el gran evento de esta reseña del arte parietal. EI Dr. Agustín Larrauri publica una serie de 9 dibujos de pictografías con lo cual culminan las investigaciones realizadas 14 años atrás. Un acertado criterio científico, unido a una fidelidad que asombre a quienes recorren 70 años después Durazno y Flores, hacen de su trabajo un aporte vertebral de la nueva ciencia (Ídem, 1919).

    En 1936, el Prof. Antonio Serrano (11), basado en los trabajos del Dr. Larrauri, realiza la única clasificación de las pictografías del territorio uruguayo, conocida hasta el momento. Entiende que las mismas pertenecen a dos grupos: el eskeiomorfo y el ideomórfico universal (Ídem, 1936).

    A esta altura, debemos una especial mención a la labor de Rodolfo Maruca Sosa en la promoción de esta rama de la Arqueología Nacional.  En 1939, designado por la Comisión Nacional de Bellas Artes para presentar una exposición de reproducciones Indo Americanas, expone diez dibujos, encabezado por la reproducción de 1875 del arroyo de la Virgen.

    En adecuada didáctica, dialoga con un público visitante de la muestra en la búsqueda de interpretaciones para la serie de pictografías que presenta, fomentando así un conocimiento popular del Arte Rupestre (Maruca, 1957).

    Es en 1953, cuando surge una nueva publicación de pictografías – a casi 30 años de distancia-, en la que no solo se realiza una correcta actualización de lo conocido, si no que se contribuye a corregir y documentar con un criterio actualizado y claramente científico, un total de seis pictografías -una de ellas inédita- (Freitas y Figueira, 1953). La presencia de Carl Schuster en Uruguay en 1954, da origen a una nueva publicación en la interpretación de una pictografía antropomórfico de Maestre del Campo, la cual el ubica dentro de un esquema universal de padrones genealógicos que reviste medular importancia para la comprensión de los esquemas simbólicos de los indígenas (Ídem, 1955).

    Nosotros iniciamos a partir de 1971 la revisión de los diversos sitios de arte rupestre publicados previamente y de los que luego fueron informados. Seguimos nuestra propia investigación y hallamos nuevas áreas, la mayoría de ellas gracias a la voluntad y deseo de valiosos personas locales.

    La idea no era apenas confirmar los previos yacimientos, si no procurar obtener precisos detalles de los mismos de acuerdo no solo a los entonces análisis que concebimos en colaboración con otros colegas internacionales, sino fundamentalmente, estableciendo nuevos parámetros locales en base a nuestros  propósitos y objetivos,  los cuales fueron reconocidos por los investigadores, quienes nos invitaron a colaborar y participar en múltiples países de varios continentes. Para ello utilizamos cámaras especiales, películas de muy diversos índices y percepción de colores, cuidadosos y detallados relevamientos, y proyectores con adaptación a las variedades. Y además utilizamos (con importantes costos privados) películas de infrarrojo, las cuales nos permitieron a través de los minuciosos análisis realizados en el laboratorio, obtener por vez primera en el continente, informaciones novedosas y sorprendentes. Por cada hora de trabajo de campo, se empleaban luego unas diez horas en el laboratorio, analizando y comparando los datos obtenidos con los diversos instrumentos utilizados en dicho ámbito y en los laboratorios especializados de relevado de las películas.

    Esos trabajos intensos y largos que implicaban y obligaban además revisiones en las áreas de campo y posteriormente a nuevas operaciones técnicas, no se limitaron a mejorar las restringidas percepciones visuales originales que (además de las variabilidades individuales) debemos establecer que se modifican con la hora y el estado del clima, cuando se visualizan las mismas. Todo ello nos permitió no solo percibir detallados y nuevos procesos de ejecución, sino también las superposiciones y retoques de pinturas y grabados que nos habilitaron para ver la diversidad del arte rupestre que se realizó en diversos períodos.

    Fueron también recobradas varias piedras que solo tenían pequeños restos de pinturas no visibles al momento de las investigaciones.

    Esas intensas labores produjeron felizmente el ingreso y colaboración de personas y alumnos de la Facultad con especialización en Antropología, y de allí se creó el Centro de Investigación de Arte Rupestre del Uruguay (CIARU) hasta el 2006.

    Fundamentalmente el generoso aporte y maravilloso trabajo realizado por el Dr. Tomas Hirschfeld (25), utilizando espectroscopia infrarroja (quien se encontraba entonces trabajando en la NASA) dio la única realidad de la forma y proceso con los cuales se realizaron pinturas en Durazno a través sustrato extraído de plantas para manipular el colorante mineral. Fue la primera y hasta la actualidad, la única investigación en América del Sur con esa técnica.

    La mayor parte de las investigaciones del CIARU fueron publicadas y expuestas a la comunidad arqueológica, pero en los últimos años por la notoria y equivoca determinación de algunos políticos y miembros de entidades nacionales y departamentales, no fueron preservadas. Para evitar el personal reclamo a quienes trabajamos, las notas y referencias se encuentran desde hace unos diez años en los repositorios de los dos Museos de preservación del arte rupestre internacional, lo cual segura su mantenimiento y futuro conocimiento por expertos.

    III. DECLARACION APROBADA EN 1975.

    Tal como decíamos al iniciar esta presentación, la misma es una reducción y actualización de la presentación del aniversario del descubrimiento del arte rupestre en Uruguay. Por lo tanto, aquellos que tienen interesen el tema y los que deseamos que se incorporen dentro de normas de excelencia, deben conocer que en el IV Congreso Nacional de Arqueología realizado en 1975 en Melo, Rca. Oriental del Uruguay, se tomó la siguiente resolución por unanimidad, después de la exposición del trabajo sobre los primeros cien años del reconocimiento de la existencia de arte rupestre prehistórico en Uruguay:

    Consideramos que todas las manifestaciones de arte rupestre constituyen patrimonio de la humanidad; del que nuestra generación no es más que su depositaria, y que por lo tanto, todos los hechos más o menos influyentes que puedan existir o intervenir en relación con la utilización de esos monumentos, deben ser sometidos a un principio fundamental: conservarlos en toda su integridad y con todos sus valores.-

    Por lo tanto solicitamos de las Autoridades Nacionales, la revisión de la legislación para que utilice el concepto de preservación de los yacimientos como concepto genérico y a priori, y en forma particular las medidas que tiendan urgentemente a preservar las manifestaciones rupestres en el Uruguay.-

    A los Señores Investigadores, una actuación profesional sometida a una profunda autocrítica y respaldada por elementos técnicos, así como denunciar a la actual Comisión Nacional todos los yacimientos rupestres que lleguen a su conocimiento”.

    BIBLIOGRAFIA CITADA

     AMEGHINO, FLORENTINO.

    1877. “Noticias sobre antigüedades indias en la Banda Oriental” Buenos Aires.

    GRADIN, CARLOS J.

    1966. “Pinturas rupestres en la Patagonia Austral”. Suplemento de “La Prensa” 20 de octubre 1966. Buenos Aires.

    DE FREITAS, CARLOS y FIGUEIRA JOSE L.

    1953. “El relevamiento de Clemente Barrial Posadas”. Apéndice de la Revista de la Sociedad de Amigos de la Arqueología, Tomo XII. Montevideo.

    FIGUEIRA, José R.

    1892. “Los primitivos habitantes del Uruguay”. Montevideo.

    FIGUEIRA, José J.

    1954. “La Pictografía del Cerro Pan de Azúcar en el Departamento de Maldonado”. Separata dos Anais do XXXI Congresso Internacional de Americanistas. São Paulo.

    FIGUERIDO, RICARDO.

    1904. “Número único del Centenario de Trinidad”. Trinidad.

    GODING, M. D. F. W.

    1912. “Impresiones de la República Oriental del Uruguay en el siglo Veinte”.  Lloyds Greater. Londres.

    HIRSCHFELD, TOMAS.

    1975 “Informe sobre análisis de muestras de pictográfico del Uruguay”. Comunicación personal. Estados Unidos de Norteamerica.

    LARRAURI, AGUSTIN.

    1919. “Pictografías de la República Oriental del Uruguay”. Primera Reunión Nacional de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales. Buenos Aires.

    MARUCA SOSA, Rodolfo

    1957     “La Nación Charrúa”. Editorial Letras. Montevideo.

    SCHUSTER, Carl.

    1955      “Human Figures in South American Petroglyphs and Pictographs as excerpts from reading patterns”. Anales del Museo de Historia Natural (Segunda Serie) 6:1-13

    SERRANO, Antonio

    1936 “Etnografía de la antigua provincia del Uruguay. Talleres gráficos “Melchior”. Paraná. Argentina.

    1- La integridad de esta ORIGINAL ponencia (de 20 páginas) fue presentada en el IV Congreso Nacional de Arqueología del Uruguay, realizado en Melo, Rca. Oriental del Uruguay. Hoy la reducimos y actualizamos. En aquel momento era miembro del Centro de Estudios de Arqueología. Actuales referencias en marioconsens.blogspot.com/